A la llegada al plano de Sax y tras almorzar, nos explicaron las partes y cómo funciona una brújula. Es más compleja de lo que imaginábamos. Hicimos equipos, nos repartieron una a cada grupo y buscamos rumbos.
Primero con los puntos cardinales y posteriormente con grados, que son mucho más exactos. Menos mal que en matemáticas habíamos trabajado que una circunferencia tiene 360 grados.
Luego había un círculo de conos, y nos dieron una tarjeta con un rumbo. Desde el cono central teníamos que llegar al destino. Levantamos el cono y... ¡Sí, habíamos acertado! Practicamos varias veces para familiarizarnos y estar cómodos con la brújula porque la última actividad era la más difícil y no queríamos perdernos.
Nos dieron unas tarjetas que teníamos que completar llegando a distintos puntos del plano de Sax. Un terreno muy amplio que hacía que, o dominabas la brújula o no conseguías llegar. Respondimos preguntas, desciframos códigos, encontramos balizas... ¡Toda una aventura de orientación!
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