
Tanto animales como plantas suscitan un gran interés y motivación en los más pequeños, principalmente porque poseen unos conocimientos y aprendizajes previos que les vinculan afectivamente con ellos. Además, las experiencias con la naturaleza en la primera infancia aportan numerosos beneficios, entre los que destacamos el respeto por el entorno y un mejor entendimiento del mundo en el que viven y les rodea.